Mi experiencia en Alemania: impresiones y mi transformación

"El propósito de la vida es vivirla, saborear las experiencias al máximo y buscar con entusiasmo, y sin temor, nuevas experiencias que nos enriquezcan."
– Eleanor Roosevelt


Ya pasaron casi 11 años desde que aterricé en Alemania para quedarme y cumplir uno de los sueños de mi vida. Desde muy joven sentía admiración por este país y soñaba con tener una oportunidad así. Y la verdad es que la experiencia valió la pena porque conocí mucha gente estupenda que me ayudó a crecer y evolucionar personal y profesionalmente. Como este blog es de estilo de vida y en este país cambié tanto, me gustaría compartir cómo han ido cambiando mis hábitos, y a la vez comentar mis impresiones y lo que más ha influido en mi transformación durante estos años.

Lo que voy a compartir es mi experiencia personal, pero no quiero dar a entender que la vida aquí sea fácil o perfecta para todo el mundo. Conozco mucha gente que ha llegado a este país y también se ha adaptado bien; y también conozco gente que no se adaptó o no tuvo tanta suerte, algunos al poco de llegar decidieron volver a España o probar suerte en otro país. En mi caso yo llegué con mucha ilusión, con una actitud positiva, con ganas de adaptarme y de disfrutar todo lo posible esta oportunidad que me ofrecía la vida. 

"La actitud es una pequeña cosa que marca una gran diferencia."
-Winston Churchill

Colonia

Aterricé en el aeropuerto de Colonia/Bonn el 29 de septiembre de 2010. Uno de los mejores días de mi vida porque tenía tantas ganas de empezar esta nueva etapa. Una amiga me estaba esperando allí y me había ofrecido su casa hasta que encontrara apartamento. Tanto ella como su marido me trataron estupendamente y me ayudaron mucho con la adaptación. No era la primera vez que estaba en Colonia, ya conocía la cuidad y sabía que quería vivir allí, de hecho había soñado muchas veces con ese momento y por fin se había hecho realidad. 

Yo en ese momento no pensaba ni en salud, ni en alimentación sana, ni en hacer ejercicio, ni sabía lo que era un estilo de vida saludable. Era relativamente joven y todavía no era consciente de cómo me iba a afectar el sobrepeso con el tiempo. Yo llegué con la intención de crecer profesionalmente, mejorar mi alemán, conocer gente y disfrutar al máximo esta experiencia.

Gastronomía:

Siempre me gustó mucho comer y por eso voy a empezar por mi tema favorito: comida 😋 Cuando llegué quería probar de todo, sobre todo, todo lo relacionado con la gastronomía alemana: Berliner (bollo relleno de mermelada), Bretzel (rosquilla salada típica del sur de Alemania), Bratwurst (salchicha a la parrilla), Currywurst (salchicha con salsa de curry), Flammkuchen (tarta flambeada, masa fina con nata o queso fresco, cebolla y panceta), Schnitzel (filete empanado), Bratkartoffeln (patatas fritas cortadas en rodajas con tocino y cebolla), Frikadellen (albóndigas de carne picada y especias), Kartoffelsalat (ensalada de patata), Spätzle (pasta con huevo y que en Colonia toma una forma alargada), Rheinischer Sauerbraten (carne de ternera con salsa dulce acompañada de bolas de patata cocida), Hämmchen (codillo asado con la piel dorada y crujiente y acompañado con patatas), Apfelstrudel (pastel o strudel de manzana), Kölsch (cerveza de Colonia), Schorle (mezcla de gaseosa con diferentes zumos). En Navidad me encantaba comer Stollen (pan dulce que se sirve como postre), dulces de mazapán cubiertos de chocolate, Glühwein (vino caliente), etc. Pues sí, ahora soy vegetariana, pero cuando llegué a este país yo comía casi de todo, y ni me preguntaba de dónde venían esos alimentos, de qué estaban hechos, cómo habían sido preparados o el impacto en nuestra salud, solo me importaba el sabor y disfrutar comiendo.

Lo curioso es que aunque me gustaba la gastronomía y probar cosas nuevas, yo apenas sabía cocinar, solo lo básico. Yo aprendí a cocinar unos años después aquí en Alemania ¡Quién me lo iba a decir! Yo siempre me consideré un desastre en la cocina, y al final descubrí que hasta un desastre como yo puede preparar cosas ricas y acabar desarrollando cierta pasión por la cocina.

Primeras impresiones:

Algunas cosas de la vida en Alemania me llamaron la atención. No es que me haya decepcionado, al contrario. Pero yo tenía otra idea de los alemanes, pensaba que eran más serios, aburridos, estrictos, puntuales, estaba tan acostumbrada a oír eso de “tecnología alemana” como sinónimo de calidad o perfección, que yo pensaba que aquí todo era perfecto. Pero como personas me sorprendieron positivamente, sobre todo por su amabilidad, la mayoría son simpáticos, muchos tienen sentido del humor y están dispuestos a ayudar en lo que pueden. Es verdad que hay excepciones, como en todas partes, y también tuve experiencias desagradables. Pero en general me trataron muy bien. También pensaba que aquí era todo perfecto y nada fallaba, pero a veces las cosas fallan, hay máquinas fuera de servicio, los trenes se cancelan o retrasan, a veces hay huelga, etc. Vamos, que todo funciona bastante bien en comparación con otros sitios, pero no es perfecto. Para mí lo más complicado, sobre todo al principio, fue entender la burocracia, puede ser difícil sobre todo si tu nivel de alemán no es bueno, pero poco a poco conseguí salir adelante. 

Me llamó la atención que encontrar piso puede ser más difícil que encontrar trabajo, te piden nóminas o que justifiques que no tengas deudas, y normalmente los pisos te los alquilan completamente vacíos, bueno, por suerte con baño, pero no hay ni cocina, si quieres la cocina, o bien pagas una cantidad al antiguo inquilino para quedarte con la suya, o compras una nueva. Al principio me impactó ver los pisos tan vacíos, pero después me hizo ilusión comprar mis propios muebles y poder decorar a mi gusto. 

Colonia me sorprendió positivamente en muchos aspectos: la calidad de vida, la amabilidad de la gente, el ambiente de la ciudad, la diversidad cultural, la variedad gastronómica, la competencia y la facilidad para encontrar buenas ofertas. Vamos, que nunca te aburres porque siempre encuentras algo que hacer y está genial para ir de compras. Los precios son bastantes asequibles, tanto el alquiler, como la alimentación, ropa, cosmética, tecnología, etc. 

Comer fuera de casa también es bastante asequible aunque depende un poco del tipo de restaurante, lo que sí que hay que tener en cuenta es que aquí se suele dejar propina, y algo que me llamó la atención es que lo habitual es pagar getrennt, es decir que cada uno paga lo suyo según lo que ha consumido. En España normalmente dividimos el total entre el número de personas y pagamos por igual, no somos tan complicados. A veces los alemanes también tienen el detalle y la amabilidad de invitar 🙂

Lo que me parecía un poco caro era el transporte pero la ventaja es que funcionaba bastante bien y la ciudad está muy bien comunicada. 

Al principio me llamaba también la atención ver gente recogiendo botellas en las papeleras, sobre todo gente con menos recursos, luego supe que era porque en Alemania cuando compras bebida embotellada (agua, refrescos, cerveza...) pagas un Pfand (depósito) y después te devuelven el dinero. Por eso en los supermercados hay máquinas donde dejas tus botellas, leen un código y luego te imprime un papelito con el importe a cobrar en caja, también te dan la opción de donarlo para ayudar a gente necesitada. Al principio me parecía un rollo tener que almacenar botellas en casa y luego acordarme de llevarlas al supermercado, pero al final te acostumbras y te das en cuenta que es algo positivo, lo veo muy bien porque así promueven más el reciclaje o puedes contribuir y ayudar a otras personas.

Una de las cosas que más ilusión me hizo al llegar a este país fue descubrir lo fácil que era encontrar tallas grandes. Algunas cadenas conocidas como C&A tenían departamentos enormes de tallas XL, había  tiendas de ropa XL de mejor calidad como Ulla Popken, pero es que incluso en cadenas de ropa barata como Kik, o incluso en supermercados como Aldi o Lidl  podías encontrar cosas en talla grande. Al menos aquí la talla para mi no era un problema.

Mi vida en Colonia:

Lo que más me impresionaba cada día era la Catedral de Colonia (Kölner Dom). Me bajaba allí cada mañana para ir al trabajo y no me cansaba de admirarla, era impresionante. También me encantaba pasear a lo largo del Rin, había un ambiente tan relajante y agradable. Me encantaban esos restaurantes con vistas al río y su ambiente tan acogedor. Como soy tan golosa mi lugar favorito era la cafetería del Museo de Chocolate, allí podía degustar tantas cosas ricas con unas vistas estupendas. 

Los mercados navideños son preciosos y dan mucho encanto a la ciudad, como en invierno hace bastante frío, siempre se agradece tomar un vino caliente. A mí me hacía ilusión tomar cosas ricas, a veces cosas no tan típicas de Alemania, como churros, gofres o crêpes... pero yo disfrutaba tanto comiendo ese tipo de cosas. 

En verano me encantaba ir de vez en cuando a alguna Straßenfest, fiestas que se celebraban en la calle y en las que había música popular, mercadillos y por supuesto lo que más me gusta: gastronomía. 

Pronto me dí cuenta que los alemanes son trabajadores, responsables y cumplidores, pero cuando es hora de pasarlo bien, también les gusta disfrutar la vida, las fiestas populares, o disfrutar de una cerveza en un Biergarten (terraza al aire libre para tomar cerveza, comida, etc). Quizás por eso me adapté tan bien aquí, porque a mí también me gusta cumplir y sentir la satisfacción de hacer un buen trabajo, pero en mi tiempo libre me gusta disfrutar, quedar con amigos y dedicarme a mis otras pasiones.

También había muchos mercadillos en los que a veces encontrabas cosas interesantes. Y a veces cosas con las que te preguntabas ¿realmente hay quien pueda comprar esto? Había para todos los gustos.

El evento más famoso o conocido de Colonia es el Kölner Karneval (Carnaval de Colonia), a mí no me gustaba mucho porque había demasiada gente, alguna bebía demasiado y se ponía un poco loca. Los dos primeros años en Colonia visité fiestas de Carnaval porque era algo nuevo para mí y quería vivir la experiencia. Después perdí el interés. Lo más curioso es que el carnaval comienza a celebrarse el 11 de noviembre a las 11:11 h. en el Alter Markt (mercado viejo), aunque la verdadera fiesta es en febrero.

Hay otro evento también muy popular y que me encanta porque es espectacular: el Kölner Lichter (festival de las luces), una fiesta que tiene lugar cada año en el mes de julio con música y un gran espectáculo de fuegos artificiales junto al río Rin. Impresionante, si alguna vez visitas Colonia te recomiendo verlo.

En verano también podía ir a la "playa" y disfrutar con Buffy (mi perrita). En realidad no era una playa, pero lo parecía, eran algunas zonas arenosas junto al Rin en las que podíamos tomar el sol y meternos en el agua. No era el mar, pero en cierto modo era mejor porque lo disfrutaba más, podía ir con mi "niña". Mi zona favorita era Rodenkirchen. En Galicia hay tantas prohibiciones para perros. En ese sentido Alemania es mejor para los que tenemos perro, puedes llevarlos en el transporte público, de compras, e incluso son aceptados en muchos restaurantes. Yo si salía por Colonia solía dejarla en casa, supongo que por costumbre o mentalidad española, pero sí me parecía una ventaja cuando íbamos de vacaciones a otras ciudades y venía con nosotros. 

¿Sabes qué ciudad visitábamos con mucha frecuencia y que está cerca de Colonia? Aquisgrán (Aachen, en alemán), nos gustaba mucho porque la ciudad también tiene mucho encanto, pero a mí me gustaba sobre todo por 2 cosas: para comprar Aachener Printen, un tipo de galleta originario de esa ciudad, y porque había una fábrica de Lindt que tenía una tienda con muy buenas ofertas de chocolate. Como amante del chocolate, no veas qué peligro... porque solía comprar chocolate para varios meses, pero nunca duraba tanto como yo quería. Es que estaba tan rico 🤤

Otro de mis lugares favoritos y que realmente te recomiendo si te gustan los espectáculos y las atracciones, es Phantasialand. No está en Colonia, es un parque de atracciones en Brühl, pero es muy cerca y desde Colonia es fácil llegar en coche o tranvía.

A lo largo del año siempre había muchos eventos, podías ir a bailar, visitar galerías, ir al zoo... impresionante todo lo que se podía hacer en esa ciudad, nunca me aburría. Recuerdo la fiesta africana, visitar museos en la Museumsnacht, ir al cine, al teatro… 

Otros momentos inolvidables fueron las fiestas Ü30 en las que solíamos bailar música disco de los 90 (mi música favorita) y que me recordaban mi época joven cuando iba a las discotecas ¡ay, solo de pensarlo me pongo sentimental! Esa época en Colonia  fue maravillosa. 

El caso es que tanta gastronomía y ganas de probarlo todo, comprar tanto chocolate, falta de tiempo para cocinar y recurrir a la comida precocinada, aquí había salsas para todo, si salía a comer fuera me gustaba pedir postre, quizás también demasiadas visitas a McDonald's (sí, lo admito, en esa época era mi restaurante favorito y muchas veces no era capaz de irme sin tomar un McFlurry)... el resultado fue que en los primeros 4 años en Colonia engordé 18 kg, pero yo ya ya había llegado a Alemania con bastante sobrepeso. Al principio no me preocupaba porque como dije antes, aquí es fácil encontrar tallas grandes. Pero no podía seguir así.

Mi nueva vida en Colonia: estilo de vida más saludable

"Abre tu mente a las infinitas posibilidades que existen para ti; luego crea dentro de tu realidad las cosas que deseas."
-Steven Redhead

Lamentablemente mi sobrepeso empezó a incomodarme un poco: 

  • A veces me costaba pasar entre la gente cuando el bus iba lleno, sentarme al lado de alguien era incómodo, y muchas veces prefería ir de pie cerca de la puerta para poder bajar sin problemas. 
  • En el avión casi no me abrochaba el cinturón de seguridad. Vale, ya sé que tienen extensiones, pero me parecía vergonzoso.
  • Si me sentaba en sillas poco estables (en particular en casa de una amiga) me daba la sensación que iban a romper con mi peso y no me sentía cómoda. 
  • Algunas tareas cotidianas empezaban a ser más complicadas y me agotaba con más facilidad. 
  • Empecé a notar que mi peso estaba afectando mi calidad de vida. 
  • A veces pensaba que debería adelgazar, pero cada vez que lo intentaba me sentía débil y lo dejaba. 
  • Hasta que noté molestias en las rodillas al bajar escaleras, y algo de dolor en la cadera al caminar, y me preocupé tanto, sobre todo porque era una joven de tan solo 40 años 😏, que tras 4 años comiendo sin control y sin preocuparme por la salud decidí hacer algo para bajar de peso. 

No tenía claro qué hacer porque en el pasado había tenido malas experiencias con las dietas. Curiosamente un médico me recomendó Weight Watchers diciéndome que eran muy buenos motivando. Yo conocía a dos chicas que lo habían logrado con ellos (en Bélgica), así que decidí darles una oportunidad, al fin y al cabo no había permanencia y podía irme en cualquier momento, y en el peor de los casos las reuniones me servirían para relacionarme con gente y practicar alemán. Nunca me arrepentí porque gracias ellos:

  • Aprendí a comer de forma equilibrada y pude perder peso disfrutando, sin renunciar a mis comidas favoritas. La clave era moderación y equilibrio. Fui incorporando más fruta y verdura en mi alimentación, poco a poco reduciendo el consumo de azúcar, también fui reduciendo el consumo de grasa pero sí tomaba grasas saludables como aceite de oliva, frutos secos y aguacate.
  • Me incitaron a cocinar de manera más saludable porque nos daban unas recetas tan deliciosas, pero a la vez sencillas y saludables, que descubrí que cuidarse puede ser todo un placer.  Y como decía antes, gracias a ellos aprendí a cocinar. Y no solo eso, empecé a disfrutar tanto con sus recetas que cocinar se convirtió en una pasión para mí. Algo que nunca habría imaginado.
  • También me motivaron a hacer ejercicio y me enseñaron la importancia de descubrir alguna actividad que te gusta, porque solo si disfrutas con lo que haces tienes posibilidad de éxito. 
  • Pero el programa es mucho más que alimentación y ejercicio. También trabajan la parte mental (por eso son tan buenos motivando), te dan consejos para controlar el hambre emocional, te animan a que te cuides por ti, por tu salud y para sentirte bien, a practicar el agradecimiento, a disfrutar de las pequeñas cosas… y todo ese positivismo o actitud positiva es lo que nos anima a llevar un estilo de vida saludable y mantenerlo a largo plazo. 

A la vez mi vida iba cambiando también en otros aspectos. Me animaron a probar nuevas actividades en las que conocí gente que no tiene nada que ver con el programa, pero que también fueron fuente de inspiración y motivación. Así me sentí más feliz e integrada. Por ejemplo, me apunté a un gimnasio y un día coincidí con una vecina. Me animé a hablarle y desde ese momento nos hicimos amigas. Yo estaba fascinada con su mentalidad sobre la vida, me hablaba de veganismo, medio ambiente, yoga, meditación, pero a la vez era una persona positiva, divertida, con la que congenié bien y me alegro un montón de haberla conocido. Otra vecina también empezó a venir con nosotras al gimnasio y esta mujer también se convirtió en un referente para mí y una gran amiga. Fue una gran fuente de inspiración y motivación. Estaba a punto de jubilarse, pero se cuidaba, estaba tan en forma que me dio una gran lección: yo siendo mucho más joven parecía más vieja, me hizo ver que nunca es tarde para cambiar tu estilo de vida, con un poco de suerte todavía podemos disfrutar muchos años. Ellas fueron mi estímulo/motivación para hacer ejercicio de forma constante porque teníamos citas regulares para ir al gimnasio, y eso fue lo que hizo que siguiera, y poco a poco y casi sin darme cuenta logré grandes resultados. 

Me volví más organizada:

Pero esa motivación fue mucho más allá del hecho de tener amigas y hacer ejercicio. Íbamos temprano al gimnasio, antes del trabajo. Me parecía imposible, pero yo quería intentarlo, yo quería ir con ellas. Me motivaba más que ir sola. Así que me volví súper organizada para lograr hacer todo. Cada noche dejaba lista la comida del día siguiente, la ropa del gimnasio, la ropa del trabajo … dejaba todo listo y preparado para ahorrar tiempo por la mañana y conseguir hacer todo. Y lo logré. 

Incluso a la hora de mantener la casa limpia empecé a organizarme de forma diferente. Antes dejaba todo para el fin de semana. Empecé a limpiar cada día una parte de la casa: un día el baño, otro día la cocina, otro día el dormitorio y otro día el salón. Así el fin de semana tenía más tiempo para otras cosas y disfrutar. Por supuesto que cosas básicas como hacer la cama, recoger, o fregar platos lo hacía a diario.

Me volví más activa, me alimentaba mejor, y si salía me permitía una comida "no saludable" a la semana. Bueno, seré honesta, a veces dos y excepcionalmente alguna más; pero para ver resultados lo ideal era solo una (o dos con moderación), más excepciones solían implicar estancamiento o subida de peso. Normalmente hacía esas excepciones el fin de semana porque era cuando quedaba con amigos. Alguna gente se sorprendía de lo que comía y me preguntaban cómo podía adelgazar, pero claro, ellos me veían cuando hacía mi "cheat day", y no tenían en cuenta que yo de lunes a viernes me cuidaba mucho y también hacía bastante ejercicio. Si salía a comer fuera más veces por semana, entonces solía pedir ensalada de pollo, ensalada de atún, o mi favorita, Bauernsalat (ensalada campesina). Me volví adicta a las ensaladas, pero la verdad es que estaban buenísimas porque eran completas y riquísimas. Todavía no era vegetariana pero durante ese tiempo empecé a reducir mucho el consumo de carne y cada vez incluía con más frecuencia tofu en mis menús. Como una de mis mejores amigas era vegana, pues con ella descubrí la comida vegana. A veces me invitaba a platos y postres y me sorprendió lo buenos que estaban. También fuimos a algún restaurante en el que probé más opciones veganas y también me gustó muchísimo. La comida vegana me fascinó desde el principio.

Mi nuevo yo: un cambio increíble

  • Llevar una vida más activa y organizada.
  • Hacer más ejercicio: empecé a ir andando al trabajo, iba 2/3 veces por semana al gimnasio.
  • Perder 50 kg en 3 años: me llevó ese tiempo porque me permitía mis caprichos ocasionales, pero los necesitaba para no rendirme, de vez en cuando necesitaba disfrutar de algo especial.
  • Cambiar mi alimentación: menos azúcar, menos procesados, más vegetales... 

El caso es que empecé a sentir más vitalidad, ilusión por hacer cosas y probar nuevas experiencias. Ni yo misma me reconocía. Solo sé que me sentía tan bien que no quería volver a mi estilo de vida de antes. 

  • Empecé a disfrutar más yendo de compras, porque ya no tenía que ir a tiendas de tallas grandes y encontraba tantas cosas en tantas tiendas, incluso en España. 
  • Me volví adicta a comprar vestidos. A veces tenía que controlarme porque tampoco quería convertirme en una compradora compulsiva 😊
  • Empecé a tener más ganas de arreglarme y verme bien, algo que antes me parecía tan superficial, y después me di cuenta que me gustaba. Ahora de hecho estoy convencida que arreglarse y verse bien ayuda a motivarse y mejora la autoestima independientemente de la talla.
  • Empecé a notar músculos, resultado de ir al gimnasio. Y descubrí que tengo más huesos de los que pensaba porque antes no los notaba con la grasa (y porque la anatomía no es lo mío). 

Esa energía, el verme y sentirme mejor me hizo ganar más confianza en mí misma. Y eso me abrió otras puertas y me ofreció nuevas oportunidades.

Nueva vida: cambio de trabajo y cuidad

Así es que tras casi 8 años en Colonia acepté un trabajo en Luxemburgo. Profesionalmente era otra experiencia interesante, y otra oportunidad de conocer más gente. Yo quería quedarme en Alemania, le había cogido cariño a este país. Por eso me vine a vivir a Tréveris o Trier, porque esta ciudad está muy cerca de la frontera con Luxemburgo y ambas ciudades están bien comunicadas. Reconozco que fue duro dejar Colonia y esa vida tan fascinante. Pero a la vez me apetecía un cambio y vivir nuevas experiencias. En cierto modo creo que sentía que necesitaba un respiro y bajar un poco el ritmo.

Tréveris (Trier)

Tréveris es una ciudad pequeña pero con mucho encanto, el centro es muy histórico, tranquilo y a la vez encuentras todo lo que necesitas. Me encanta pasear por la ciudad y observar las fachadas de los edificios antiguos. Aquí hay naturaleza por todas partes, y aquí desarrollé nuevas pasiones como el senderismo, yoga y baile. En esta ciudad también tuve momentos maravillosos. 

No sé por qué, pero aquí al principio en vez probar toda la gastronomía de la región me apetecía más disfrutar tomando un helado, un capuchino o un café helado en las terrazas del centro. Me gustaba el ambiente tranquilo de la ciudad, me sentía genial y relajada. Tal vez como decía antes, necesitaba un respiro y bajar el ritmo. Creo que al principio me pasé un poco con los helados y por eso gané un par de kilos, bueno, eso, y porque hacía menos ejercicio. Pero no le di mucha importancia porque mi peso volvió a estabilizarse. La verdad es que tenía miedo a engordar porque al vivir y trabajar en ciudades diferentes ya no me quedaba tiempo para ir al gimnasio. Pensaba que bajando el ritmo podía volver a recuperar el peso y echar a perder tanto esfuerzo. Por suerte conseguí adaptarme al nuevo ritmo de vida. Una vez instalada empecé a ir a yoga, compré una bicicleta elíptica, en casa también hago pesas y camino todo lo que puedo. 

Al poco de venir aquí vi un reportaje sobre la producción de carne y decidí dejarla. Para mí fue fácil porque la carne no me apasionaba tanto. Y la comida vegana me encanta. Me costó más dejar el pescado y el queso. Me gustaría ser vegana pero con la leche y el queso a veces hago excepciones si como fuera de casa.

Desde que estoy en mantenimiento cometí un par de errores:

  1. Miedo a engordar: a veces comía mucho y luego hacía demasiado ejercicio. Eso me hacía sentir muy cansada y también tuve lesiones en las articulaciones. Intentaba encontrar el equilibrio entre alimentación, ejercicio y descanso, pero no siempre era fácil. 
  2. Miedo a enfermar. Volví a cometer el error de hacer caso a los comentarios de alguna gente. Cuando decidí ser vegetariana alguna gente me decía que iba a enfermar, que me iban a faltar nutrientes, que lo que hacía estaba mal. Como no quería volver a comer carne, empecé a leer libros sobre nutrición para aprender a llevar una dieta vegetariana y equilibrada. Pero tanto leer sobre nutrición, y tanto escuchar a la gente, al final me obsesioné un poco. En este aspecto me ayudó mucho la meditación y hacer ejercicios de relajación.

Algunos de los mejores momentos en Trier:

En Trier llevo poco más de 3 años, de los cuales casi la mitad fue durante la pandemia. Aún así tengo buenos recuerdos de esta nueva etapa de mi vida:

  • Al poco de llegar pude asistir a un evento de Weight Watchers, muy interesante. También pude seguir participando regularmente en las reuniones como miembro de oro. Me vino bien para estar en contacto con gente y mantener la motivación. 
  • El primer año estuve en la fiesta del vino (Olewiger Weinfest) lo pasamos genial, con música en vivo, por suerte había mucho más que vino y yo pude disfrutar de una deliciosa hamburguesa vegetal.
  • También estuvimos en el Street Food Festival. Estuvo bien pero me pareció pequeño. 
  • Pude descubrir los encantos y lugares de interés de esta ciudad: 
      • Porta Nigra: enorme puerta romana de piedra y símbolo de la cuidad 
      • la Catedral de Tréveris
      • Konstantin-Basilika 
      • Kaiserthermen
      • el anfiteatro
      • las ruinas de los baños romanos
      • pasear por los parques
      • pasear junto al río Mosela
      • ir de compras 
  • Descubrí los mercados navideños aquí y en Luxemburgo.
  • Participé en un curso de yoga y descubrí una nueva pasión: Yoga Meets Dance.
  • Hice un curso de comida vegana en la Volkshochschule (escuela pública aquí en Trier).
  • Visitamos otras ciudades alemanas en esta región.
  • Al estar cerca de otros países visitamos Luxemburgo, Bélgica y Francia. Ventaja de vivir cerca de tantos sitios. 

Poco a poco me fui adaptando a la vida tranquila de esta ciudad. Con la pandemia empecé a sentirme algo triste por falta de vida social, pero eso es algo que nos pasa a todos y no tiene nada que ver con este lugar. De hecho posiblemente tuve suerte de estar en un lugar pequeño porque aquí la incidencia de Coronavirus no fue tan elevada como en otros sitios. 

Aproveché este tiempo para hacer cursos, preparar un examen, hacer ejercicio, pasear, descubrir Trier y alrededores, y por supuesto para probar recetas nuevas. 

Cuando pase la pandemia espero poder compartir más experiencias y más cosas sobre estilo de vida por aquí. Ahora para terminar te dejo un par de fotos de cómo he cambiado: el antes en Colonia y el ahora en Trier.

Colonia
Trier